viernes, 17 de noviembre de 2017

Eran cuatro las patas

Eran cuatro las patas
y me llevaban no diría trotando
sino rasando la tierra.
Y era una tierra más blanda que la cama. 
Y era un cielo más blanco que estas paredes. 
En el sueño no importaba quién era yo
en el sueño no había esta gravedad que nace
al comenzar el día. 
Abro los ojos y giro a un lado
apoyo el hombro
con la mano sostengo el peso del cuerpo
porque dicen es mejor 
no levantarse de golpe.
El flujo del día comienza y aquí voy
tratando de recordar que de noche
fui un corcel en la espesura.

2 comentarios:

Jorge Curinao dijo...

¡Qué bueno que hayas vuelto al blog! Saludos.

O. dijo...

el de la doble extracción (mucho valor para eso) se lo pasé a mi dentista mientras atravesábamos ese tiempo muerto que sucede hasta que pega la anestesia.
a ella los rx de las raíces le hacían recordar esa clásica escultura en mármol de una mujer con un velo. a mí me llamaban la atención las incrustaciones metálicas de los arreglos viejos.
en unos minutos, los que dura un partido de fútbol, sacó lo irrecuperable y colocó su reemplazo.
y ahora en el celuloide se ven la espiras del tornillo que deberá fundirse con el hueso.

igual, ni sentí el tirón cuando lo sacó.
y el dolor posterior... nada que el flurbiprofeno y el recuerdo de la mirada encantadora de ni odontóloga no calme.