miércoles, 19 de noviembre de 2008

9

No nos molesta
el ruido de las copas,
de los platos rompiéndose
ni la música
que tapa las palabras.

Mueve los labios
y la miro.
Tal vez esté hablándome.

Juego a que la escucho
mientras le miro la piel,
los ojos,
el modo en que observa
la vereda mojada.

Cuando llega el silencio
no nos molesta
ni los ruidos
ni saber que dejamos el mar
tan lejos.

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